viernes, 17 de diciembre de 2010

Os presento a un pequeño atleta

La palabra anfibio deriva del latín y significa criatura de doble vida, en referencia a la facultad que tienen estos animales para vivir tanto en medios acuáticos como en medios terrestres.

El grupo zoológico de los anfibios está formado por los:
   - urodelos: tritones y salamandras
- anuros: ranas y sapos
- ápodos o cecilias: éstos últimos no están presentes en Europa.

Los anfibios nunca han dejado indiferentes al ser humano: han sido venerados por las religiones, han formado parte de leyendas y supersticiones, han causado asombro y temor, han sido perseguidos y comidos y han servido de inspiración a pintores y literatos.

Pero centrándonos en las ranas y los sapos, a lo largo de la Historia, han estado muy presentes en la cultura.
Recordemos por ejemplo, en el Antiguo Egipto, donde la rana simbolizaba la resurrección, y la metamorfosis un renacer a una nueva vida. La diosa Heket se representaba con cabeza de rana y se creía que ayudaba a las parturientas y concedía longevidad e inmortalidad.
El símbolo jeroglífico del número cien mil era el renacuajo.

En la cultura Mesopotámica, la rana también representaba la fertilidad.
Los Mayas veneraban a la rana, como consorte del dios de la lluvia. También era símbolo de fertilidad y nacimiento.
Para los Aztecas, era el dios de la lluvia.

En la biblia, las ranas aparecen vinculadas a los conflictos entre lo divino y lo terrenal. Por ejemplo, Moisés amenazó al faraón de Egipto con enviarle una plaga de ranas.
Según la biblia, las ranas y sapos son animales impuros y soeces, se consideraban como símbolo diabólico y también de los herejes.

Es de sobra conocida la relación que siempre han tenido las ranas y sapos con la brujería, donde hechiceros y brujas preparaban brebajes mientras recitaban sus diabólicas invocaciones.


También las ranas han servido de inspiración para gran cantidad de historias y cuentos.
¿Quién no recuerda el cuento en el que una hermosa dama encuentra a un sapo que al ser besado se transforma en un bello príncipe?



Resulta muy curioso encontrar en el campo algunos ejemplares de especies que están amenazadas debido a la destrucción y contaminación de sus hábitat, sobre todo de los ecosistemas acuáticos.

Es el caso de este diminuto ejemplar de Ranita Meridional (Hyla meridionalis), de un color verde intenso, con unas características líneas negras y de un reducido tamaño, unos 4 cm.
En los dedos poseen unas ventosas adhesivas que les ayudan a trepar facilmente por la vegetación.
Los caprichos de la evolución han dotado a este ser minúsculo de una agilidad increible, con unas potentes patas que le permiten dar saltos y ponerse a salvo de posibles depredadores.
Hay que prestar mucha atención para verlo, porque entre su reducido tamaño y su perfecto camuflaje es prácticamente imposible distinguirlo.
Por eso me siento afortunada de haber visto a esta entrañable ranita y que gracias a las nuevas tecnologías puedo compartirla con vosotros/as.

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